Eva miró a su esposo y después miró hacia arriba en señal de hastío. Había vuelto a decir una tontería más de las suyas; estaba aburrida y cansada de la situación y, sobre todo, de ese hombre. Ella vivía una vida que no le gustaba, en un lugar donde no era feliz. Ya no recordaba el sabor que tienen las caricias, los abrazos ni los besos. No se acordaba de qué significa sonreír, ni siquiera se acordaba cuándo fue la última vez que lo hizo. Mucho menos se acordaba de la sensación al recibir palabras agradables, cariñosas, de ánimo o esperanza. Eva vivía por vivir, ella misma decía que estaba muerta en vida.
Se dirigió al salón y se sentó en su sillón, tomó el libro que estaba leyendo en ese momento. Leer era lo único que la calmaba y la sostenía en pie, era la única manera en que encontraba paz. Vivía todas esas historias, solo así era feliz y se evadía de la dura realidad en que vivía.
Acarició el libro mientras lo miraba como si se tratara de algo muy preciado, después lo acercó a su regazo y lo abrazó. A continuación se puso sus auriculares y le dio play a la lista de reproducción que tenía en su teléfono móvil. Se sumergió en su mundo de fantasía y mientras sonaba su música favorita, abrió el libro por la página donde estaba la pluma que se había encontrado sobre su cama un tiempo atrás y que utilizaba a modo de marcapáginas.
Dicen que las plumas son señales que nos envían los seres queridos que ya no están entre nosotros, para decirnos que están bien y que nos cuidan desde el lugar en el que se encuentran. Suena muy místico y muy misterioso pero… ¿acaso la vida no lo es? Eva perdió a su abuela algunos años atrás, aunque ella decía que su abuela jamás se murió, sino que se mudó a su corazón.
Se puso a leer imaginando ser uno de los personajes secundarios de esa historia porque ella no se consideraba tan interesante como para ser protagonista. Leyó durante unos quince o veinte minutos después de los cuales se puso el libro sobre las piernas y soltó un suspiro. Se preguntó, “¿cómo será el autor de esta historia? Por su forma de escribir, parece una persona muy sensible pero, ¿será así en su vida diaria?”
Cerró los ojos y mientras la música seguía sonando, se imaginó con el autor. Hablaban acerca del libro que Eva tenía entre sus manos. Ella quiso saber si en verdad Sebastián es en realidad tan sensible como supone ser en sus escritos. El autor le respondió que él podía ser tan sensible como ella quisiera. La abrazó y le dio un beso.
Eva abrió rápidamente los ojos, estaba sobresaltada. Le dio vergüenza de lo que acababa de pasar en su mente, si su marido se enterase…
Quiso eliminar ese pensamiento y continuó con su lectura. Pasados dos o tres minutos volvió a recordar la escena que había ocurrido en su mente y le entró un poco de morbo por saber cómo continuaba la historia. Aunque se repetía a sí misma una y otra vez que eso no estaba bien, la intriga aumentaba cada vez más. Continuó leyendo para pensar en otra cosa.
No lograba enterarse de lo que leía, la curiosidad la invadía por momentos y se levantó del sillón. Se fue a la cocina, bebió un vaso de agua y a continuación se puso a sacar los trastes del lavavajillas que ya estaban limpios. Entonces recordó el beso. Se acarició los labios imaginándose que Sebastián los acababa de besar. Le parecía tan real…
“Pero si ni siquiera sé cómo es, seguramente yo me estoy imaginando a un hombre joven mientras que lo más probable es que sea un viejo, ¡Mira que llego a ser tonta!”
Terminó de colocar todos los vasos y platos en su lugar y fue corriendo a buscar su móvil, quería ver su cara. Puso en el buscador su nombre y no aparecían fotos, Google solo le mostraba datos de otras personas que se llamaban igual. Dejó el móvil y se dirigió al ordenador, allí escribió el título del libro. Tras una larga búsqueda lo encontró: Sebastián Rojas Suárez, autor colombiano. Poco conocido porque tenía muy pocos libros publicados y ninguno llegó a ser bestseller. No lograba encontrar imágenes con su cara, solamente aparecía el libro. Quería verlo, quería saber cómo era… Hasta que por fin, bajando mucho en las imágenes de google apareció. ¡Se trataba de un hombre joven y además atractivo!
Pasaban los días y su interés por conocer al autor crecía. La mente a veces puede llegar a ser un poco traicionera y, en este caso, no sé si eso puede considerarse traición, pero Eva se había imaginado que lo conocía en persona, incluso que tenían una relación especial. Mantenían charlas interminables y le atraía mucho la inteligencia y sensibilidad de aquel hombre, por lo que cada vez le parecía más atractivo.
Nadie sabía de su obsesión y mucho menos su marido. Si él llegara a enterarse de que su esposa lo estaba traicionando con la imaginación, podría ocurrir cualquier cosa. Por eso lo mantenía en secreto.
Eva estaba abstraída en sus pensamientos y se aislaba cada vez más. Quería estar sola para pensar e imaginar con el que se había convertido en su amor platónico. Había creado al hombre ideal para ella, con el físico y la sensibilidad del autor.
Ya que quería conocerle bien, de vez en cuando hacía búsquedas sobre él pero había muy poca información publicada. A base de buscar e indagar, encontró un dato que le llamó mucho la atención: Se trataba de una entrevista en la que decía que Sebastián estaba casado y que la mayoría de las veces, se inspiraba en su esposa a la hora de escribir sus obras. En la foto aparecía con una mujer guapísima y se les veía muy felices. Era la única imagen que había en internet de la pareja. Ellos eran personas muy reservadas que querían mantener su identidad en secreto. En la entrevista no decía mucho sobre la joven, ni siquiera su nombre.
Eva que tenía la autoestima muy baja, se derrumbó un poco pero inmediatamente pensó que eso no tenía porqué afectarle a ella. A fin de cuentas, el autor y Eva no se conocían y era normal que él tuviera su vida. Ese dato que encontró la hizo entender más aún de la sensibilidad de Sebastián, entendió porqué escribía tan bonito y con tanto sentimiento, se notaba que estaba muy enamorado de la que él llamaba “su musa”. Deseó ser su esposa, la persona en la que se inspiraba a la hora de escribir. Le pareció una forma muy bonita de amar a alguien. Y suspiró.
También encontró su página web y como buena y fiel lectora que era, se suscribió a su newsletter para recibir todas las novedades que publicaba su autor favorito. En la web también estaba el enlace a las redes sociales oficiales del autor en donde regularmente hacía publicaciones sobre presentaciones, concursos y charlas que impartía.
Eva se compró todos los libros que Sebastián tenía publicados y se los bebió de un sorbo. Después, cuando quería volver a saborearlos, los releía cada vez que lo consideraba oportuno. Y cada vez que los saboreaba, los disfrutaba más.
Un día, le llegó un email perteneciente a la newsletter de Sebastián en el que decía que próximamente presentaba una nueva obra y que lo hacía en la feria del libro, en colombia, el país natal del autor. Y que después hacía un evento algo más privado en donde habría una jornada de convivencia con el autor y los asistentes tenían la oportunidad de hablar con él y hacerle las preguntas que quisieran.
Se sintió triste, porque le hubiera gustado ir y conocerlo en persona. Pero no podía hacer ese viaje tan largo solo para ver la presentación de un libro, ¿qué le iba a decir a su marido? Si se diera el caso de que Eva fuese, cosa que sería algo extremadamente raro e insólito, le acompañaría su esposo. A lo que rápidamente rechazó esa idea, ¿qué pintaba allí Luis? Se conformó, ya que no tenía otra alternativa y siguió soñando con su encuentro imaginario. En el fondo sintió alivio porque Eva era muy tímida y no sabría cómo reaccionar si tuviera delante a Sebastián. Seguramente estaría embobada mirándolo y no se enteraría de absolutamente nada de lo que se hablase en la presentación.
Le vino bien, pues así tenía la ocasión de poner en orden su cabeza. Eva estaba casada desde hacía tiempo y tenía que centrarse en su vida, quería convencerse de que, aunque fuera una vida de mierda, era su vida y no podía echarla por alto solo por un impulso o un calentón imaginario. Se dio cuenta de que se le estaba yendo la cabeza y que estaba sacando las cosas de lugar.
Apenas una semana después recibió otro email en el que decía que tras varias peticiones de personas que no podían asistir, ya fuera por falta de cupos o por vivir en otro lugar, les gustaría estar en el evento privado y por ese motivo había tomado la decisión de hacerlo también online. Había dos modalidades: una gratuita y otra de pago. En la gratuita los asistentes sólo podían asistir al evento online y en la de pago también podían asistir a la sesión de preguntas y respuestas, recibirían por correo el libro firmado por el autor, además de otros beneficios como obtener la grabación del evento y no sé qué cosas más.
Aunque había decidido dejar de lado sus deseos arrebatadores de conocer al autor, algo dentro de ella le decía que tenía que asistir a ese evento y no precisamente al gratuito, tenía que asistir a la sesión de preguntas, ese “algo” en su interior le decía que de no hacerlo, se perdería grandes cosas. Una voz en su cabeza le decía: “Es tu oportunidad, Eva. Ahora es el momento”.
Tras una lucha entre sus emociones y ella, ganaron sus emociones. Se rindió ante ellas y al final decidió comprar el evento. A fin de cuentas, era online. Nadie podía verla a ella y ella solo podía ver a su escritor. Le daría muchísima vergüenza ponerse frente a él por lo que pensó que así, tendría la oportunidad de conocerlo pero desde “las sombras”.
Ahora venía otra batalla: Ella no disponía de su propio dinero, tenía que pedírselo a su esposo. Luis, que era un hombre tosco y rudo, no entendía nada de lo que su mujer le estaba pidiendo. Le decía que cómo iba a ver “al tío ese” por el ordenador, que si no tenía bastante con los libros. Eva, devastada, no sabía de qué manera explicarle y transmitirle lo importante que era para ella asistir a ese evento. Obviamente jamás le contó sobre sus fantasías, solo le decía que le gustaban mucho sus libros. No quería insistir mucho para que él no se enfadase porque Luis, además, era violento. Tenía que conseguir como fuera que su marido introdujera su número de tarjeta y le comprase el evento.
Luis notó la pena de Eva y aunque era un hombre muy bruto, en el fondo la quería mucho y no soportaba verla triste. Él sabía que ella nunca iba a ningún sitio y Eva nunca le pedía nada, era la primera vez que le pedía ver “una cosa de pago por internet”. Le parecía algo muy raro. Pero aceptó. Aunque él no lo entendía, quería verla feliz, así que le dio la tarjeta porque él ni siquiera sabía cómo se hacía. Eva se puso muy contenta, le dio un beso y a continuación compró el evento.
Desde entonces soñaba con Sebastián más aún. Se había convertido en una obsesión y cada vez deseaba más conocer su voz, ya conocía su alma y ahora solo le faltaba conocer su físico, sus movimientos, su voz, sus defectos (si es que los tenía).
Llegó el día del evento y Eva estaba muy nerviosa. Por fin iba a ver a su amor platónico en vivo. Iba a disfrutarlo durante casi dos horas, era un sueño hecho realidad. Se preparó una buena taza de té, se puso ropa cómoda y se preparó para disfrutar de un gran día. Durante las casi dos horas que duró el evento casi no parpadeó porque estaba embobada mirando cada detalle, cada movimiento que el autor hacía, la forma de apartarse el pelo de la cara, la manera en que movía sus manos, el modo en que miraba… ¡Esas miradas! Los gestos y todas las cosas que pueden ser imperceptibles para otra persona, Eva lo veía. Sí, tal y como había pensado que no quería que ocurriese, ocurrió. Se dejó llevar por sus emociones y ahí estaba, pasmada como quien admira una obra de arte.
Cuando terminó el evento no lograba sacarse de la cabeza a Sebastián. Siguió soñando, imaginando que se conocían en persona. Lo imaginaba de tal manera que ya es como si llevasen mucho tiempo hablando y conociéndose. Ya había confianza entre ellos. Cada vez sus pensamientos eran más reales, cada vez los vivía con mucha más intensidad.
Esa noche, una vez más, mientras hacía el amor con el rudo de su esposo, se imaginaba que estaba con Sebastián. Luis era muy duro en la cama y ella sin embargo desprendía dulzura y ternura, con eso lograba suavizar un poco la brutalidad de Luis. Eva se imaginaba y veía la cara y el cuerpo de Sebastián, solo así lograba disfrutar del sexo. Mientras que si veía a Luis se le quitaban las ganas y nada era igual.
Un tiempo después volvió a recibir un nuevo email en el que decía que ¡Sebastián volvía a España! “¿Cómo que vuelve?”, Se preguntó ya que desconocía totalmente ese dato. Continuó leyendo el correo y decía que Sebastián vivía en España desde hacía un tiempo, era un país que lo había acogido muy bien y agradecía enormemente a todas las personas que lo ayudaron en dicho país, también comentaba que había vendido muchas copias aquí, por lo que también hacía la presentación en España.
En ese email también decía que las personas que son de España y que asistieron al evento online, tenían la oportunidad de volver a asistir pero esta vez en persona. También había otras dos alternativas: Si no pagaban nada más (valía lo del pago anterior) tenían derecho a la charla y un par de horas de convivencia, y la otra alternativa era que si pagaban un poco más, tendría derecho además de la jornada de convivencia, esta vez en persona, tenían la posibilidad de comer con él y no sé qué cosas más porque no consiguió prestar más atención debido a la emoción que tenía.
Eva dió un grito de alegría, ahora sí tenía más fácil conocerle. Pero debido a su timidez, se retrajo y pensó que lo mejor sería que no. Pero ese algo de su interior le empujaba a que lo hiciera, tenía que conocerlo en persona.
Tras varios días de pensarlo, por fin habló con su esposo y se encontró con que la respuesta de él era que la acompañaría. Afortunadamente a él no le gustaban ese tipo de eventos, se aburría mucho en esos lugares y ella lo sabía, así que Eva le argumentó por qué la mejor opción era que fuese sola. Luis quedó bastante convencido y accedió.
El día del viaje, Eva se subió en el avión dirección a Madrid, durante todo el trayecto estaba muy nerviosa. Cuando llegó a Barajas, tomó un taxi para dirigirse al hotel. Era la primera vez que Eva viajaba sola y pese a su nerviosismo, se desenvolvía bastante bien debido a la cantidad de libros que había leído, de ahí aprendió a ser una mujer fuerte y segura, ya que en su vida no ocurría nunca nada fuera de lo normal.
Una vez en el hotel Eva se dirigía a su habitación en el ascensor y justo cuando las puertas estaban por cerrarse, alguien vino corriendo y Eva pulsó un botón para que no se cerrasen. No lo podía creer, ¡era Sebastián! Que iba con otro hombre hablando de algo que no se enteró porque se quedó atónita. Los dos hombres le agradecieron que no diera lugar a que las puertas se cerraran y a continuación le preguntaron a qué piso iba. Balbuceando respondió que iba al sexto piso y no logró decir nada más. Estaba roja, acalorada… no paraba de mirar a Sebastián mientras ellos seguían conversando. Él la miraba de reojo y sonreía.
Cree en ti y todo será posible
Querido lector, ¿qué crees que ocurrirá en el hotel? ¿Quieres saber si Eva y Sebastián se conocen o si por el contrario la situación pasa totalmente desapercibida? Me gustaría que me ayudases a llegar al final para ver qué ocurre, ¿te atreves?
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Me ha gustado la forma de mostrar la psicología interna de la protagonista. Te propongo que no lo conozca en cuanto él empieza a acosarla a miradas que la intimidad …
Muchas gracias María Jesús. Muy buena idea para un final. Un abrazo.
Yo quiero que se conozcan, y que pase algo que le permita dejar de idealizarlo. No digo que se decepcione, sino que lo vea como un hombre normal.
Muchas gracias, Yennis. Es cierto, no hay que idealizar a las personas. ¡Un abrazo!
Me encanta, Vanessa. El conflicto de Eva está muy bien descrito, y la trama está genial. ¡Es fabuloso! Enseguida me pongo con el siguiente. Sigue así, preciosa 😊😘
Muchas gracias, Mer. Me alegro de que te haya gustado, eres genial. Mil besos
[…] El sueño de Eva […]