—Ojalá te hubiera conocido antes. ¿Te imaginas? Tus hijos serían míos.
—Pero no ha sido así. Deja de pensar en el “hubiera”. Todo el mundo se queja de lo mismo: si hubiera hecho esto, si hubiera hecho aquello… ¿Por qué no aceptar la realidad? Toma unos sorbos de fantasía o acepta las cosas. Piensa en algo como: “Son hijos de aquel pero a ella la amo, por lo tanto, me quedo con ellos”. ¿Tan difícil te resulta?
—Yo hablaba de formar una familia y divertirnos sin pensar en el pasado ni en los recuerdos que tienes.
—¿Y eso no lo podemos hacer? ¿Qué te detiene? ¿Que no son tu sangre? Deja mi pasado en paz, de mis recuerdos me encargo yo. Y mis hijos son míos. A mí no me hubiera gustado conocerte antes, no sabes lo que viví a su lado.
—¿Y no crees que hubiera sido mejor conmigo?
—No me conocías. Tal vez no te hubiera gustado mi forma de ser, mi locura, mi juventud.
—No sé, yo te amo. Yo jamás te hubiera engañado, viviría solo para ti. Eres la mujer perfecta para mí.
—También lo fui para él, también me amaba. Quiso tener hijos conmigo, vivir la vida juntos. Sin embargo ahora, aunque estoy algo triste también estoy alegre. Separada de él pero feliz contigo.
—¿Y no crees que la vida nos juntó un poco tarde?
—No, la vida nos juntó en el momento preciso. Ambos ya tuvimos nuestros amores, nuestros aciertos y nuestros errores. No digo que no cometeremos locuras, pero lo haremos juntos. Dime si aceptas o no.
—Me quedo porque te quiero. Perdón, ¡os quiero! Olvida lo que he dicho.
Vanessa Arjona