Elsa, nuestra protagonista, ha tenido una adolescencia un poco extraña ya que no ha tenido la ocasión de vivir casi nada.
Sus padres murieron cuando ella tenía 16 años y desde entonces no ha parado de trabajar. La relación con su hermano ha sido cuanto menos, desastrosa. Digamos que es extraña. Con apenas 17 o 18 años conoció a alguien que ella consideró su vía de escape y se casó con él. Pasados unos años se vio en la obligación de romper esa relación llevándose con ella a su hija. La vida le cambió totalmente en el momento en que salió de aquella casa.
Elsa sufrió mucho en esa relación y no quería que su hija pasara por lo mismo. Lucha para que su hija esté a gusto y disfrute de su vida tanto como ella no pudo hacer pero ésta no le corresponde, al contrario, lo que hace es complicarle mucho la vida.
Elsa sufre porque sabe perfectamente qué le ocurre a su hija y por qué está así. Siente impotencia porque no puede hacer nada al respecto. Es Avril quien tiene que darse cuenta por sus propios medios. Está muy frustrada porque lo que quiere por sobre todas las cosas, es darle bienestar a su hija, cosa que ésta no recibe ni a palos.
Elsa ha pasado directamente de ser niña a ser madre, sin saber lo que significa ser mujer. Esto le ocasiona peleas y discusiones con su pareja porque no es mujer sino madre.
Todo cambia el día en que Avril agota su paciencia y Elsa toma una decisión radical.