Dani quiere hacer senderismo todo el fin de semana. Es diseñador gráfico y necesita descansar del ordenador y la tecnología para conectar con la naturaleza. Se siente muy vivo cada vez que vuelve de las montañas con los pulmones llenos de aire puro y la cabeza de ideas nuevas. A la vuelta siempre se siente muy feliz, tiene mejor humor y una sonrisa enorme que no se le borra en muchos días; tiene las pilas cargadas.
Dani hace este tipo de rutas de manera muy frecuente y, a veces suele ir solo. Esta la ha hecho ya muchas veces y se conoce muy bien la zona. Pero en esta ocasión ha ocurrido algo un tanto curioso.
El viernes a mediodía, ya tiene en su mochila todo lo que necesita para pasar un finde a lo grande. Lleva el saco de dormir, el chubasquero, linternas, comida, agua, arnés, cuerdas y mosquetones, kit de primeros auxilios, navaja multiusos, cosas de aseo, bastones para andar, protector solar, repelente de insectos, esterilla aislante… Todo está correctamente preparado. No lleva tienda de campaña ni utensilios para cocinar porque hará noche en refugios de montaña y allí hay de todo lo que se necesita. Tampoco necesita brújula, pues sabe manejarse muy bien por el monte. Mete todo en el coche y se dirige hacia su destino. Tiene una gran sonrisa porque le encanta estar en contacto con la naturaleza. Es curioso porque en su día a día está rodeado solo de tecnología; sin embargo, le apasionan el campo y la montaña.
Cuando llega al pueblo que hay justo antes de emprender la ruta a pie, entra en el bar de siempre y se toma un café. Lo hace así porque es como la última toma de contacto con la civilización antes de introducirse en la montaña donde solo es él y la naturaleza. Entonces el mundo cambia, la vida diaria queda atrás y, con gran respeto, se introduce en el mágico mundo que ofrece la Madre Tierra.
Tras tomar el café, se dirige de nuevo al coche. Aún falta un poco para llegar al lugar donde lo dejará aparcado para, por fin, iniciar la ruta a pie. Cuando llega al aparcamiento, baja del coche, se cambia las botas y coge todas las cosas que ha preparado: la mochila, los bastones, etc., y emprende el camino. Son casi las seis de la tarde y tiene pocas horas de luz, así que esa noche la pasará en un refugio que está a dos horas andando.
Cuando está llegando, es casi de noche. Ve que sale humo por la chimenea y escucha a gente hablar. Hay otros senderistas que también pasan la noche en el mismo refugio. Se conocen, hablan, uno de ellos le pregunta a dónde va y porqué va solo.
—Oye, Dani, ¿por qué vas solo?
—De vez en cuando necesito tiempo y espacio para pensar y desconectar del día a día. El contacto con la naturaleza es lo único que verdaderamente me recarga las pilas, aunque el lunes llegue agotado.
Cenan juntos, se cuentan aventuras y se van a dormir pronto ya que madrugan bastante.
Al día siguiente todos emprenden la marcha y cada uno se dirige a su destino. Le proponen ir juntos pero él se niega, necesita estar solo. Aún así, los otros senderistas le sugieren no perderse el rastro; si lo necesita, puede contar con ellos.
Por fin se deshace de ellos y se queda solo. Mientras camina, se deja embriagar por las vistas. Sube bastante ya que se trata de una cuesta muy empinada. Su destino es un pueblo abandonado que hay en lo más alto de la montaña. Ahí hay especies de aves que no suele haber en otros lugares. Le encantan las rapaces. De vez en cuando hace fotos, lo disfruta de verdad.
A mediodía, hace una parada cerca de una fuente natural que hay casi en la cima. Come, pero no mucho para que después no le dé sueño. Descansa un rato y vuelve a emprender la marcha. Los rayos de la tarde le parecen preciosos, le encantan esas horas. Durante el camino ve como unas ardillitas juegan y corretean, empieza a ver las primeras rapaces, cabras montesas, ciervos, comadrejas…
Un poco antes de que anochezca llega al pueblo abandonado. No escucha ruido de personas, por lo que entiende que no hay nadie. Entra a la casa que está habilitada como refugio, las demás están casi derrumbadas y ve que todo está más o menos igual que siempre, no parece faltar ni sobrar nada. Se asegura de que la chimenea esté limpia y sale a buscar algo de leña para hacer una hoguera. Cuando ya tiene toda la leña preparada, la mete en la casa y, a continuación, sale a disfrutar del anochecer en la cumbre.
En ese lugar la temperatura desciende de manera muy brusca, con lo que no está mucho tiempo fuera. Enciende la hoguera y calienta un poco la casa; su intención es sentarse al lado de la chimenea a leer un rato para relajarse y descansar. Pero, antes de eso, ve algo que le llama la atención. Se trata de una taza de té que supone, alguien ha dejado olvidada.
Se acerca a cogerla y de pronto, el suelo cruje de manera extraña. Mira hacia abajo y ve una especie de portezuela. Le resulta muy raro porque ha ido a ese lugar muchas veces, pero nunca se había dado cuenta de ese detalle. Abre la puerta de la trampilla y ve que hay una escalera de madera. Le da un poco de repelús pero se arma de valor, coge la linterna y decide bajar. La escalera es muy antigua, de madera y no está seguro de si aguantará su peso o se romperá. Tiene pinta de que no se ha usado en mucho tiempo.
Al final de la escalera, en el lado derecho hay una bombilla colgando de un cable, busca el interruptor. Piensa que tal vez funcione. Lo encuentra y, efectivamente funciona, la bombilla se enciende. Cuando la luz prende, se encuentra con varias estanterías repletas de tarros de cristal. Algunos estaban vacíos y otros llenos de una variedad de contenidos. Parecía comida en conserva. Seguramente, las personas que vivieron en esa casa utilizaban el sótano como despensa. Los tarros están cubiertos de varias capas de polvo, toma uno en su mano y es hermoso, toma otro y otro… Cada uno de ellos es aún más bonito que el anterior.
—¡Reliquias! —murmura.
Un poco más adelante, frente a él se encuentra una gran mesa sobre la que hay varios papeles, también cubiertos por mucho polvo. Toma uno en su mano y, tras quitar un poco de polvo, observa lo que parecen bocetos que no se distinguen. Ya que es diseñador gráfico, más o menos tiene idea de lo que pueden ser esos dibujos. Así que continúa mirando más papeles y finalmente descubre que se trata de una máquina. En los papeles hay inscripciones que, debido al paso del tiempo y la humedad, no se aprecian bien.
Mira a su alrededor y se percata de que está en un antiguo laboratorio. —Es fascinante que en este lugar tan remoto y antiguo haya algo así. —susurra. Sigue fisgoneando el lugar y cada cosa que ve le sorprende más. ¿Cómo es posible que todo eso esté ahí? Ya que ha visto en los papeles dibujada esa máquina, se pregunta si finalmente lograrían construirla o no, a lo que se propone hurgar para encontrarla.
En una esquina, observa que una vieja sábana repleta de muchas capas de polvo, incluso de musgo, está cubriendo algo voluminoso. Se acerca y la destapa. Al levantar la sábana se produce una gran nube de polvo, tras sacudir varias veces las manos y disiparse la nube, se encuentra de frente con algo verdaderamente sorprendente. ¡Se trata de la máquina que estaba dibujada en los papeles!
—¿Qué será este artefacto? ¿Para qué servirá? ¿Con qué intención la hicieron? —Se le agolparon los interrogantes.
La máquina es grande, alta, tiene una puerta por la que perfectamente cabe una persona. Dani piensa que por fuerza tiene que ir enchufada a la corriente. Lo que no sabe es si la corriente que hay en ese lugar tendrá la fuerza suficiente para hacerla funcionar.
—Espera, este lugar lleva cerrado muchos años. Aquí no debería haber electricidad. Sin embargo, la bombilla funciona. ¿Qué está ocurriendo? —Dijo en voz alta, aún sabiendo que no había nadie más a quien hablarle. —Entonces, esta máquina tiene que funcionar también. No me voy a molestar en encontrar explicaciones, todo esto es muy raro.
Dani encuentra un cable que sale de la máquina y que al final tiene una clavija, busca el enchufe donde supuestamente tendría que ir y no tarda mucho en encontrarlo. Respira hondo y lo conecta. Se dirige a la máquina y busca el botón de encendido. Todo es tan actual que le resulta muy raro que ese artefacto pueda haber sido fabricado en años anteriores. Aprieta el botón y la máquina se enciende. Hace un ruido raro y, por unos momentos, parece que no va a funcionar. Finalmente, se prenden varias luces. Dani se dirige a la puerta que tiene la máquina y la abre para inspeccionar por dentro.
En el interior hay un asiento y un tablero con muchos botones. Sobre él hay un libreto en el que dice “Máquina del tiempo”. Dani abre los ojos lo máximo, en señal de extrema sorpresa. El libreto es un manual de instrucciones donde se explica detalladamente el funcionamiento de la máquina. Movido por la curiosidad, sigue las instrucciones al pie de la letra. Cierra la puerta, se sienta dentro de la máquina y pulsa los botones indicados en el manual.
La máquina emite una serie de sonidos y vibraciones. Tras unos minutos, se abre la puerta. Dani se pone de pie y sale del interior de la máquina. Está en el mismo lugar, piensa que no ha funcionado.
—Es normal, a fin de cuentas, no se sabe cuánto tiempo lleva aquí sin funcionar. Acabo de perder un tiempo maravilloso que bien podría haber aprovechado leyendo. ¡Vaya timo!
Se dispone a volver arriba pero algo le llama mucho la atención. Los botes de cristal de las estanterías están limpios y no hay tanto polvo como antes en el sótano. “Será el cansancio” piensa. Así que decide subir arriba e irse a dormir para descansar. Cuando está frente a la escalera de madera por la que bajó, observa que no está tan vieja y llena de polvo, parece más nueva. Pone el pie derecho sobre el primer peldaño y no cruje.
¿Qué será lo que ha pasado? ¿Viaja al pasado o al futuro? ¿Qué te gustaría que ocurriera? ¿A dónde te gustaría que fuera? Déjamelo en comentarios.
Una gran intriga, casi me da algo, parece que viene del pasado, me gustaría que al salir fuera 100 años en el futuro. Me ha encantado con tanto suspense y detalles. Enhorabuena.
Muchas gracias Eva. Me alegro que te haya gustado. ¿100 años al futuro? ¡Anoto tu sugerencia! Muchas gracias por comentar.
Muy bueno, ¡enhorabuena!
La verdad.. no se si habra viajado al futuro o al pasado… pero estoy seguro que, como siempre, ¡nos vas a sorprender!
Gracias Michele. A ver a dónde va este chico, ¿con qué nos sorprenderá?
¡Me encanta la historia! Yo mandaría a Dani al pasado. Al momento en que ese pueblo estaba lleno de vida. Imagino que el destino del pueblo estará ligado a algo que sucedió por el uso de esa máquina. ¡Tienes una gran historia entre manos!
Muchas gracias, Yennis por tu comentario. Me alegro de que te haya gustado. Nunca se sabe qué puede ocurrir.